BioSEGURIDAD para tener futuro seguro en las granjas porcinas actuales

Es de sobra conocido que, en ocasiones, una pequeña pieza es la clave de todo. A la hora de construir cualquier estructura, la pieza más débil del conjunto marca la debilidad de toda la estructura, da igual que hablemos de puentes, trenes, aviones, instalaciones de I.A, etcétera.

Con la bioseguridad ocurre que sólo se menciona cuando la estructura, al completo, cual un castillo de naipes, cae.

Bioseguridad es el conjunto de medidas preventivas y paliativas que se aplican para mantener controlados aquellos agentes biológicos, físicos o químicos que pueden provocar problemas sanitarios a animales, al personal que trabaja en las instalaciones, al medio ambiente.

Por ello hay que incidir en que la correcta limpieza, desinfección de las instalaciones, de los animales, de la propia agua de bebida… redunde no sólo en una reducción de riesgos, sino también en el aseguramiento de la calidad de nuestra actividad.

Y para ello no todo vale. De un tiempo a esta parte aún sigue existiendo una tendencia, tan natural como peligrosa, que justifica el que pueda servir cualquier tipo de limpieza y desinfección. Eso no es así; no todos los desinfectantes tratan todos los agentes patógenos. La limpieza depende de la porosidad y del tipo del material, y si ya sólo nos basáramos en el agua de bebida no debe tratarse con lejías si buscáramos lograr una desinfección.

Desafortunadamente, no todos tienen la bioseguridad como prioridad. Normalmente la experiencia, como Casandra, es una maestra amarga. Eso, con tanta inversión como la que existe en los centros de I.A, es un riesgo a evitar.

Los desinfectantes son, por ejemplo, productos específicos, regulados y registrados para una acción o actividad concreta. Su formulación y sobre todo el protocolo de aplicación, son fundamentales para medir su eficacia. Es importante reseñar que la eficacia de su uso se demuestra por la ausencia de patologías lo cual, en cierto modo, es una prueba diabólica por lo que hay que incluir, en los protocolos, prácticas habituales de seguimiento y control analítico.

Invertir en genética es invertir en productividad. Es una inversión tan costosa como necesaria, por lo que si no seguimos las pautas de bioseguridad que requiere nuestra instalación ponemos en riesgo su futuro.

Concluyo aconsejando una vigilancia, aunque sea mínima, de las condiciones de bioseguridad de su instalación, lo cual redundará a corto plazo en una mejora de su productividad.

Fuente: Juanjo Rasines & Razas Porcinas.


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