¿El destete temprano de los lechones es un riesgo para su salud?

Investigadores demostraron que interrumpir de forma prematura el suministro de leche materna a los lechones aumenta los riesgos para su salud y la necesidad de usar antibióticos. Esto podría afectar a los consumidores de esta carne, por los efectos residuales de dichos fármacos.

Hace cincuenta años, el destete de los lechones de su madre se hacía entre los 42 y los 49 días de vida; hoy se efectúa entre los 21 y los 28. Esta reducción de tiempo permitió preñar más rápido a las hembras y pasar de 2,3 partos a 2,7 por año. Así, el porcicultor ha obtenido mayor cantidad de animales: en un solo alumbramiento una hembra puede parir entre 13 y 15 lechones.

Según Jaime Eduardo Parra Suescún, profesor e investigador del grupo de Biodiversidad y Genética Molecular (Biogem), adscrito a la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia en Medellín, al interrumpir el suministro de leche materna, el lechón dura entre uno y tres días sin consumir otros alimentos porque no está preparado para el cambio repentino.

Además de que el lechón pierde peso, su sistema inmune se debilita debido a la falta de lactobacilos, unas bacterias del intestino delgado propias de esta etapa de desarrollo que son proporcionadas durante la lactancia.

Su ausencia modifica el pH intestinal y permite la entrada de infecciones que pueden destruir las vellosidades del intestino. Asimismo, disminuye la población de bacterias benéficas y aumenta la de patógenas –como Escherichia coli y Salmonella–, que producen diarreas y hasta la muerte del animal.

Para contrarrestar estos efectos, los productores suministran antibióticos, a pesar de las contraindicaciones por sus efectos residuales; esto es, la permanencia de ciertos componentes químicos que pueden pasar al consumidor de la carne de cerdo.

El problema, dice el profesor Parra, es que “después de aplicar el antibiótico, las primeras bacterias que empiezan a prevalecer son las patógenas”. Por eso, son necesarios los controles permanentes entre la aplicación del antibiótico y el periodo de sacrificio.

Los investigadores demostraron que en la semana del destete el organismo del animal apenas empieza a disminuir la lactasa (una enzima producida en las células de las vellosidades intestinales) y a aumentar, gradualmente, la presencia de otras enzimas que degradan y absorben el alimento que consumirá el resto de su vida. Detener ese proceso natural es lo que deriva en problemas.

Lupa para ver lo micro

El profesor Parra cuenta que, para determinar lo anterior, simularon un modelo de infección con lipopolisacáridos, una toxina resistente –incluso a la esterilización– que es liberada por cierto tipo de bacterias. De la sustancia extrajeron pequeñas secuencias moleculares, denominadas patrones moleculares asociados a patógenos, en este caso de Escherichia coli en cerdos.

“Los seres vivos reconocen estos patrones y sus cuerpos desencadenan una reacción inmunológica en el intestino, que es su respuesta al ser atacados por un patógeno; así empiezan sus organismos a defenderse”, detalla.

Pero la presencia de estas toxinas cambia la función del intestino, pues no puede dedicarse a la digestión y absorción de nutrientes, sino a defenderse de los patógenos.

Para estudiar este evento a  nivel molecular, los científicos tomaron muestras de tejido del intestino y comprobaron que, en efecto, la expresión de algunas proteínas que lo fortalecen cambia: las enzimas protectoras intestinales disminuyen y aumentan algunas citoquinas (proteínas encargadas de la defensa a través del sistema inmunológico).

“Encontramos que el patrón de expresión de algunas citoquinas aumentaba exageradamente, específicamente la TNF-α (factor de necrosis tumoral alfa). Esta citoquina invade los tejidos y produce pequeños tumores y necrosis que cambian la morfología, destruyen las vellosidades del intestino y favorecen la presencia de bacterias patógenas y su ingreso al organismo a través de la pared intestinal”, explica el investigador de la UN en Medellín.

Cabe precisar que el intestino está formado por millones de vellosidades dentro de las cuales hay, a su vez, miles de microvellosidades, que aumentan el área de contacto para hacer más eficiente la absorción de nutrientes. Además, excreta un moco que impide que los diferentes microorganismos patógenos entren en contacto con el flujo sanguíneo.

Sin embargo, como consecuencia de la infección, las bacterias crean una reacción inmunológica para que las vellosidades se descamen hasta tal punto que disminuyan, lo que favorece el rápido contacto de las bacterias con el torrente sanguíneo.

Poca rentabilidad

La porcicultura a gran escala es una de las industrias pecuarias más modernas del país. No obstante, sus índices de rentabilidad son bajos, debido al descenso del consumo de carne de cerdo. Los más perjudicados son los pequeños productores, que tienden a extinguirse.

Un cerdo, después de criado y cebado, deja una ganancia cercana a los 30 mil pesos. Según Tomás Antonio Madrid Garcés, zootecnista de la UN y porcicultor: “en estos momentos es muy difícil el negocio. Uno piensa que con tanta tecnología debería haber más rendimiento; pero, debido al costo de las importaciones, al comercio y la competitividad, es muy difícil mantenerlo”. Y esto en Antioquia, que es en la actualidad el departamento más activo en este mercado.

El porcicultor asegura que algunos estudios evidencian la viabilidad económica de escoger los 21 días para el destete. Pero no hay una cifra precisa, porque eso depende de cada una de las producciones.

Difícil decisión

Para Madrid, no hay alternativas adecuadas y de bajo costo que permitan remplazar los antibióticos para mejorar la salud del cerdo después del destete. “Al aplicar estas sustancias se obtiene una buena respuesta, pero después vienen los efectos secundarios en la carne o en el mismo cerdo. Sin embargo, la eliminación de los antibióticos afectaría el mercado. Además, no se cuenta con las bases técnicas ni sanitarias para prohibirlos. Se necesitará más tiempo y más investigación para determinar cómo producir mejor y tener nuevas alternativas”.

No obstante, el profesor Parra puntualiza: “más que un inconveniente económico, este es un problema de salud nacional; porque, si se presentan enfermedades por destetar más rápido, vamos a obtener un producto final con residuos de antibióticos destinado al consumo, lo que puede causar ciertas reacciones alérgicas en los humanos”.

El dilema sigue abierto: obtener mayor cantidad de animales por el destete temprano o menor cantidad de kilos de carne, pero más saludable.

Fuente: UNAL & Razas Porcinas.


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