Análisis de la reintroducción de la harina de carne-hueso en la alimentación porcina

La posible reintroducción de harinas cárnicas en los alimentos de aves y porcino podría estar más cerca. Así, el objetivo de este estudio fue analizar el impacto de la incorporación de las harinas de carne en la elaboración de alimentos para el ganado porcino.

Las harinas de carne son productos obtenidos de animales terrestres de sangre caliente y subproductos de matadero, salas de despiece y supermercados, a los que se les ha extraído parte de la grasa e incluyen, vísceras y digestivo, huesos, sangre, cabezas y tejidos magros (Fedna, 2010) y que se utilizan habitualmente para la alimentación animal. Sin embargo, en el 2001 se prohibió la utilización de las harinas de carne y huesos en la alimentación de los animales de abasto (Decisión 2000/766/CE, 2000), con el fin de evitar la vía de transmisión de la encefalopatía espongiforme bovina, lo que supuso la retirada del mercado europeo de una fuente de proteína de alta calidad.

En 2011 se planteó la posibilidad de la utilización de proteínas animales transformadas (PAT) procedentes de especies no rumiantes para la alimentación de peces, las de origen porcino para la alimentación de aves y las de origen avícola para la alimentación porcina. El Parlamento Europeo consideró que para la elaboración de alimentos destinados a animales monogástricos (aves de corral y cerdos) las PAT podrían proceder de residuos de sacrificios, siempre y cuando los ingredientes procedieran de carnes declaradas aptas para el consumo humano y se prohibieran totalmente el canibalismo forzado y el reciclado intraespecífico (Resolución del Parlamento Europeo de 8 de marzo, 2011). Sin embargo, esta última medida es difícil de aplicar para aves de corral y porcino, por lo que actualmente se mantiene la prohibición de su uso en la alimentación de aves de corral y cerdos, si bien las PAT de no rumiantes han sido autorizadas en la alimentación de los peces (Reglamento (UE) Nº 56/2013, 2013).

Materiales y métodos

Se formularon seis alimentos al mínimo coste que cubriesen las necesidades de los animales según las principales fases productivas de la producción porcina (Fedna, 2013). Se consideraron dos periodos por fase productiva: lechones, de 7-12 y 12-20 kg p.v.; cebo, de 20-60 y 60-100 kg p.v.; y cerdas reproductoras en gestación y en lactación. Para la formulación se utilizó el programa de formulación lineal Multi F21 (Grupo Setna).

La matriz de ingredientes utilizada para el cálculo estuvo constituida por ingredientes habituales en los alimentos de porcino, añadiendo a esta matriz seis harinas de carne para su evaluación (cuatro de origen mixto o de mamíferos: harinas de carne 40-45/15/28, 45-50/14/26, 50-55/14/25 y 57/13/24; y 2 de aves: subproductos de matadero de aves y harina de carne de aves). La caracterización nutritiva de los ingredientes habituales y las harinas de carne, así como el ajuste de los niveles máximos de su incorporación en alimentos, se realizó de acuerdo a las especificaciones descritas por Fedna (2010).

Los precios asignados a los ingredientes fueron los referenciados por el Intia (2014), y se situó en un escenario de precios para las materias primas proteicas en torno a: 1,1 €/kg para la harina de pescado 62 y de 0,462 €/kg para la harina de soja 44. El precio adjudicado para las diferentes harinas de carne fue un precio ficticio inasumible, con el objetivo de obtener la predicción del precio de oportunidad (precio máximo para entrar en fórmula) y el porcentaje de incorporación en cada fase productiva.

Para evaluar la robustez de las variables de respuesta, precio de oportunidad y nivel de incorporación, se realizaron análisis de sensibilidad para determinar el decremento del precio de oportunidad a partir del cual el nivel de incorporación de las harinas de carne en cada fórmula se incrementa.

Además, se realizó un análisis del mercado potencial, teniéndose en cuenta los datos de producción de alimentos porcinos en España (Magrama, 2013) y sus consumos por fase productiva. Así, se estimó el volumen potencialmente utilizable de cada harina a partir de los posibles niveles de incorporación en los alimentos obtenidos dado un determinado precio. Puesto que en la situación real de mercado habría un solo precio de comercialización para cada harina, independientemente de la fase de destino, los seis precios de oportunidad obtenidos previamente para cada harina se ordenaron de forma decreciente y con cada uno de ellos se reformuló, obteniendo los nuevos niveles de inclusión según cada precio. Cuando el nivel de inclusión de la harina en la fórmula sobrepasó los límites máximos recomendados por Fedna (2010), se consideró dicho máximo para el cálculo del volumen total potencialmente utilizable del producto.

Resultados y discusión

El precio medio de oportunidad alcanzado para las harinas de carne (tabla 1), fue menor (a excepción de las harinas de aves para el caso de los lechones de 7-12 kg p.v.) que el precio de la harina de pescado 62 (1,1 €/kg). Respecto a los niveles de incorporación, en general, no sobrepasaron los límites máximos recomendados por Fedna (2010), salvo en lechones 7-12 kg p.v.

Las harinas de carne mostraron mayor precio de oportunidad medio en los alimentos de lechones 7-12 kg p.v., fase donde las materias primas utilizadas para formular son más caras debido a su mayor calidad. En cerdas gestantes, las harinas de carne mostraron los precios más económicos, ya que en esta fase los requerimientos nutritivos de los animales son porcentualmente menores, posibilitando la introducción de materias primas más económicas. Por otra parte, las harinas de carne mixtas o de mamíferos obtuvieron precios de oportunidad menores que las de aves, debido a que estas últimas son de mayor calidad nutritiva que las primeras.

El análisis de sensibilidad mostró que se necesitaron decrementos medios de precios de 5 céntimos de €/kg de harina para conseguir aumentar el nivel de inclusión en torno a un 1 %. El decremento de precio cuantitativamente más importante se obtuvo para las harinas de aves en los lechones de 7-12 kg p.v. Este efecto se debe a que los ingredientes de alimentos para lechones son difíciles de sustituir, dados los altos requerimientos nutritivos de esta fase y, además, las harinas de aves son unos productos de alta calidad proteica.

Considerando un consumo anual de alimento porcino en España de 13.493.442 t (Magrama, 2013), se estimó un consumo de 1.485.000 t para lechones (35 % en 7-12 kg p.v. y 65 % en 12-20 kg p.v.), 9.446.000 t para cebo (40 % en 20-60 kg p.v. y 60 % en 60-100 kg p.v.) y 2.429.000 t para reproductoras (65 % en gestantes y 35 % en lactantes). A partir de estos consumos y teniendo en cuenta los niveles de incorporación de las harinas, dado un único precio por harina independientemente de la fase, se cuantificaron los volúmenes potencialmente utilizables de las harinas según la serie decreciente de precios de oportunidad obtenidos (tabla 2).

Cuando se adjudican los mayores precios de oportunidad a las harinas (1,03 €/kg), su introducción en fórmula se limita a los alimentos de lechones 7-12 kg p.v., aquellos alimentos cuyas materias primas son las más caras y por tanto las únicas con las que podrían competir harinas de carne con alto precio, con una incorporación media de 13.241 t por harina. Si bien, al disminuir los precios de oportunidad, la entrada en fórmula de las harinas aumenta, hasta conseguir ser incorporadas en todos los alimentos formulados con los precios más económicos (0,58 €/kg), lo que alcanzaría una incorporación media de 506.039 t por harina.

España produce actualmente 386.950 t de PAT de distintos orígenes categoría 3 (Anagrasa, 2011). Por tanto, se necesitaría más cantidad de harina que la que se produce en España para cubrir el mercado potencial de alimentos en porcino. Este hecho, unido a la posible alta competencia en su utilización en alimentos para especies autorizadas (como en animales de compañía, o las PAT de no rumiantes en piscifactorías) junto con las restricciones previsibles (no utilizar harinas de rumiantes y evitar el canibalismo), supone que la oferta de harinas de carne candidatas para ser utilizables en porcino será pequeña, por lo que los precios que alcancen las harinas aptas podrían ser los más altos, y serían las fases de lechones de 7-12 kg p.v. más proclives a su posible utilización.

La reintroducción de las harinas de carne supondría ampliar el abanico de ingredientes proteicos, mitigando la dependencia de la harina de soja y compitiendo con las harinas de pescado u otras fuentes proteicas. También su reintroducción disminuiría las consecuencias negativas medioambientales relacionadas con la destrucción de estos subproductos, así como el coste de su eliminación. Sin embargo, su incorporación en alimentos para porcino y aves dependerá no sólo de hechos científicos, medioambientales o económicos, sino también de sus implicaciones en relación al impacto que pudiera causar en la sociedad, lo que condicionará la aprobación legislativa de su uso y su aplicación en ganadería.

Fuente: Albéitar & Razas Porcinas.


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