La especie porcina se caracteriza por presentar un porcentaje de mortalidad neonatal muy elevado en comparación con otras especies como la bovina, ovina o equina, a pesar de que la producción porcina cuenta con una de las más modernas tecnologías en producción animal.
La mortalidad neonatal se refiere básicamente a las muertes que acontecen en la primera semana de vida del lechón, durante la cual se presentan el 90% de las bajas. Las pérdidas asociadas a la mortalidad neonatal pueden representar alrededor del 10% de los costos totales de la explotación.
La producción porcina en confinamiento ha motivado la puesta en práctica de una serie de técnicas de manejo con el fin de disminuir la mortandad de los lechones en el período de lactación y lograr así un aumento en la productividad del plantel. A lo largo de los años se desarrolló una compleja serie de sistemas de alojamientos destinados a los diferentes períodos de producción, lo cual llevó a una elevada especialización productiva, donde el objetivo fundamental es conseguir destetar el mayor número de lechones por unidad de tiempo.
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Sin embargo, pese a las mejoras y cambios en los sistemas productivos desde el punto de vista tecnológico y de infraestructura, no se ha evidenciado una gran reducción de la mortalidad en el período pre-destete. Esto estaría asociado con la propia biología de la especie porcina, si se considera que la estrategia evolutiva del cerdo ha sido producir un número relativamente alto de lechones poco desarrollados. También se relaciona con la propia naturaleza del lechón, el cual nace con deficiencias fisiológicas muy marcadas, lo que dificulta su adaptación al nuevo medio en las primeras 24-72 horas de vida.
Entre estas deficiencias se destacan el bajo peso al nacimiento en relación a su peso adulto, la ausencia de una capa protectora de pelo, la cubierta de grasa subcutánea muy fina, las pocas reservas energéticas corporales, la mayor superficie corporal relativa con respecto a su estado adulto y un sistema de termorregulación inmaduro. Todo esto contribuye a ocasionar un importante número de muertes por pérdida de calor o enfriamiento y por hipoglucemia.
La mortalidad neonatal en la especie porcina representa aproximadamente un 10%-15% de los lechones nacidos vivos. Una mortalidad de hasta el 20% se consideraría “aceptable” desde el punto de vista evolutivo, sin embargo existen explotaciones que logran valores de mortalidad de un 5%-8%. Esto sugiere que extremando las medidas de manejo, fundamentalmente en el momento en que ocurren la gran mayoría de las muertes (período neonatal), se podría reducir la media porcentual, lo cual conllevaría no sólo a una mejora en el bienestar del lechón sino también en los índices productivos.
Se puede deducir que existe una gran variabilidad entre las granjas, influyendo notablemente el sistema de manejo. No obstante, muchos productores se acostumbran a determinados porcentajes de mortalidad, entendiéndolos como normales. Solamente cuando comparan sus resultados con los obtenidos por otras explotaciones adquieren conciencia del problema. En la actualidad es importante mejorar los sistemas de trabajo a través de la implementación de pautas de manejo en todas las áreas de la granja.
Cuanto mayor atención y cuidados se le preste al lechón en las primeras horas de vida mayor será la tasa de supervivencia. Parte de estos cuidados especiales incluyen: limpieza y secado, corte y desinfección del cordón umbilical, provisión de calor suplementario, colocación de los lechones a mamar, transferencia de lechones, crianza de lechones con alimentación artificial, eliminación de lechones nacidos con bajo peso, corte de colmillos, identificación, corte de cola, administración de hierro, prevención de diarreas, suministro de la primera ración, castración y tratamiento de los lechones con miembros abiertos (splay leg).
El momento y la secuencia de actividades varían según las explotaciones. Algunos productores no realizan todos estos procedimientos el primer día, sino que esperan algunos días para evitar el estrés en los lechones de un día de nacidos. De todos modos, quienes operan granjas bajo sistemas de pastoreo o extensivos, tienden a realizar todas las prácticas de manejo de los lechones durante el primer día, debido a que en este momento se facilitan las tareas (18).
Debido a la gran incidencia de la mortalidad neonatal en la economía de la producción porcina, el objetivo de este trabajo es evocar ciertas medidas de manejo en las primeras etapas del lechón con el fin de lograr una reducción del índice de mortalidad. Aunque algunas de las maniobras que se analizarán no influyen en forma directa en la sobrevida del lechón, las mismas complementan al resto de las prácticas.
La aplicación de ciertas medidas de manejo en esta etapa redundará en el bienestar del lechón y en un mejoramiento de la productividad. Se analizan varias prácticas de manejo del lechón las cuales deberían ser habituales en toda explotación que se considere inserta en la alta productividad que exigen los mercados actuales.
Las mismas incluyen:
- Limpieza y secado del lechón.
- Corte y desinfección del ombligo.
- Provisión de calor suplementario.
- Colocación de lechones a mamar.
- Transferencia de lechones.
- Crianza de lechones con calostro o alimento artificial.
- Eliminación de lechones nacidos con bajo peso ( 600 – 700 gms.).
- Corte de colmillos y cola.
- Identificación.
- Inyección de hierro.
- Prevención de diarreas.
- Suministro de la primera ración.
- Castración de lechones.
- Control del síndrome de abducción de las patas o “splay leg”.
Fuente: Razas Porcinas.