Aditivos promotores de crecimiento para lechones

Durante el destete es preciso ayudar a los lechones a que mejoren su capacidad defensiva y regulen mejor su sistema digestivo mediante el uso de aditivos. Para ello, es imprescindible comprender sus mecanismos de acción, las condiciones en que actúan y sus limitaciones.

El destete puede ser un proceso muy traumático para el lechón. El cambio de alimentación, unido al menor desarrollo de sistemas como el inmunitario o el digestivo, incrementa la susceptibilidad del animal a sufrir procesos perjudiciales y enfermedades subclínicas, lo que a su vez repercutirá notablemente en sus parámetros productivos.

Entre los principales problemas de tipo digestivo se encuentran la disminución del consumo debido al cambio de palatabilidad de los nuevos alimentos; la falta de adaptación del sistema enzimático, adecuado en ese momento para la digestión de los nutrientes de la leche y no de las nuevas materias primas; y la disminución de la absorción de nutrientes, debido por una parte a que la superficie de absorción en el intestino (vellosidades y criptas intestinales) no está todavía completamente desarrollada y, por otra parte, a la falta de regulación del pH digestivo (papel que previamente desempeñaba la leche de la cerda gracias a su contenido en ácido láctico), y que es preciso para la digestión de las proteínas, así como para formar una barrera ácida frente a los posibles microorganismos patógenos.

Además, a la falta de esta barrera protectora se suma el menor desarrollo del sistema inmunitario, mediado al principio por las inmunoglobulinas de la leche materna.

Todos estos problemas que sufre el lechón, unidos a la cada vez más temprana edad del destete, han hecho que desde hace muchos años se comenzase a investigar y usar aditivos en el alimento que ayudasen al lechón en este periodo, evitando también una pérdida del rendimiento productivo. Así los antibióticos se utilizaron desde el inicio de la ganadería industrial como promotores del crecimiento, ya que eran capaces de regular y modificar tanto cualitativa como cuantitativamente la flora microbiana intestinal, disminuyendo las poblaciones de microorganismos causantes de patologías subclínicas, mejorando problemas digestivos (diarreas) y el sistema inmunitario en general. Hasta el día de hoy estos compuestos son los que mejores resultados han mostrado en el incremento del rendimiento productivo, pero su uso indiscriminado hizo que aumentasen los problemas sanitarios derivados de las resistencias bacterianas y, por tanto, las autoridades europeas prohibieron su uso como aditivos en el año 2006, relegando su utilización exclusivamente a tratamientos terapéuticos.

Sin los antibióticos, para alcanzar una producción óptima sigue siendo necesario mejorar la capacidad defensiva del lechón y regular mejor su sistema digestivo. Para ello, una de las posibilidades es a través de la nutrición y, por este motivo, desde hace años se están investigando nuevas sustancias alternativas.

Son muchos los aditivos que hoy se están utilizando, pero en todos los casos es importante comprender sus mecanismos de acción, las condiciones en que actúan y sus limitaciones. A continuación se explican, de forma sintética, los principales aditivos que puede encontrar hoy en día el productor.

Minerales

El cinc en su forma de óxido (ZnO), suministrado en el alimento, puede ayudar al control de las diarreas. Su modo de actuación no está del todo elucidado y sus efectos están en continua revisión. Entre sus beneficios se encuentran la mayor expresión de genes de péptidos antimicrobianos en el intestino delgado, efectos positivos sobre la estabilidad y la diversidad de la microbiota, efectos bactericidas y reducciones en la secreción de electrolitos de los enterocitos. No obstante, la contaminación medioambiental que causa motivó su prohibición como promotor a dosis altas (la legislación europea limita el total de Zn en la dieta a un máximo de 150mg/kg) y, probablemente, en un futuro cercano también sea restringido su uso terapéutico. Las alternativas que se han propuesto a la industria incluyen su utilización en moléculas orgánicas (quelatos), en sales o en forma encapsulada, que logran reducir hasta límites admisibles las dosis efectivas.

Compuestos que favorecen un ambiente intestinal adecuado

Entre ellos se encuentran los siguientes:

Acidificantes

Se trata de ácidos orgánicos que se suplementan en el alimento o en el agua de bebida, y que disminuyen el pH del tracto digestivo del lechón, compensando la baja secreción de ácidos estomacales que tienen los lechones en el destete. Una mayor regulación del pH implica una mejora en la digestión de la proteína, lo que se traduce en una mayor ganancia de peso, y un mejor índice de conversión. Además un pH más bajo crea una barrera protectora frente a patógenos, evitando su colonización. Los ácidos más usados son el ácido fumárico, fórmico y propiónico, aunque existen muchos otros, y se obtienen mejores resultados cuando se usan de forma combinada.

Aunque su eficacia está contrastada en porcino, las dosis óptimas se suelen establecer más en términos de coste que de eficacia (el de estos ácidos orgánicos es elevado). En su día, su manejo en las fábricas de alimento no estuvo exento de complicaciones que tuvieron que ser corregidas convenientemente: corrosión, seguridad laboral, volatilización, olores, etc.

Enzimas

Son proteínas naturales sin efectos adversos sobre el animal, que mejoran la digestibilidad de algunos compuestos de la nueva dieta del lechón. Generalmente se trata de compuestos indigestibles por el animal, que aumentan la viscosidad de la digesta, lo que disminuye la velocidad de tránsito intestinal y aumenta la proliferación microbiana en intestino. Todo esto conlleva un menor crecimiento, peores índices de conversión y disminuye la digestibilidad de los nutrientes en general.

El uso de una u otra enzima vendrá determinado por el tipo de sustrato que queramos que el animal digiera mejor, Por ejemplo las b-glucanasas actuarán sobre los b-glucanos, un grupo de polisacáridos que el lechón no es capaz de digerir y que están presentes en cereales como la cebada; o enzimas como las xilanasas, que actúan sobre polisacáridos no digeribles presentes en el trigo (arabinoxilanos).

Pero su eficacia es muy variable: téngase en cuenta que la correcta dosificación de las enzimas citadas, por ejemplo, requerirá el análisis de la materia prima de forma previa a la formulación de las dietas. Además, son susceptibles de ser degradadas, bien durante el proceso de fabricación del alimento, bien por el pH estomacal o por enzimas pancreáticas.

Tabla 1. Efectos de algunos de los aditivos promotores de crecimiento en lechones.

Prebióticos

Se trata de distintas sustancias que no pueden ser digeridas en el tracto intestinal del lechón, quedando expuestas a su uso por los microorganismos del tracto digestivo. Allí estos compuestos son fermentados total o parcialmente por la flora intestinal endógena, favoreciendo el crecimiento de la misma y evitando, por tanto, la proliferación de bacterias patógenas. Existen cientos de compuestos con interés potencial, la mayoría de los cuales son hidratos de carbono que presentan un enlace glicosídico b entre sus unidades de azúcares que no es degradado por las enzimas digestivas del lechón, por lo que llegan intactos hasta la parte distal del intestino delgado, intestino grueso y ciego, donde serán sustrato para la flora bacteriana allí presente. Los más estudiados son los fructo-oligosacáridos (FOS), los manano-oligosacáridos (MOS), los galacto-oligosacáridos (GOS) y la inulina. Entre sus mecanismos de acción se incluyen el de ser sustrato para la microbiota beneficiosa (lactobacilos y bifidobacterias), favoreciendo su crecimiento; bloquear las bacterias patógenas evitando la adhesión de las mismas a las células epiteliales; producir sustancias antimicrobianas como ácidos grasos volátiles, lactato y gases, derivados de la fermentación de estos prebióticos por la flora intestinal; y estimular la respuesta inmunitaria mediada por citoquinas.

Pero los resultados técnicos obtenidos con ellos son muy variables. El efecto beneficioso depende de la microbiota presente en la situación inicial (la edad y “experiencia” del animal), de la dosis, forma y duración de la administración, y puede estar perjudicado por muchas situaciones prácticas como estrés, cambios de alimento, tratamientos antibióticos, etc. Además, un exceso de oligosacáridos puede causar una proliferación microbiana excesiva que desencadene problemas diarreicos.

Estos resultados zootécnicos variables hacen necesario profundizar en sus mecanismos de acción para poder desarrollar el tipo de prebiótico más adecuado y proponer recomendaciones para su óptima utilización.

Probióticos

Son microorganismos vivos, que una vez que colonizan el tracto digestivo influyen de forma favorable en el desarrollo de la flora microbiana en el intestino. Entre las acciones beneficiosas que presentan están el aumento de la actividad enzimática del animal; la neutralización de enterotoxinas; la disminución de la producción de amoniaco; la síntesis de algunas vitaminas; la disminución del pH, que inhibe el crecimiento de patógenos; la unión a patógenos grampositivos, que después son conjuntamente eliminados; y la estimulación general del sistema inmunitario. Los microorganismos más utilizados son los de los géneros Lactobacilli, Bacillus y Saccharomyces.

A pesar del probado efecto beneficioso de los probióticos, contemplan muchos problemas que limitan notablemente su uso. En primer lugar, los microorganismos que se usen no deben causar enfermedad al animal, resistir el pH ácido gástrico, ser capaces de colonizar el intestino, tener un probado efecto inhibitorio del crecimiento de patógenos y, uno de los principales problemas, poder soportar tanto el proceso de fabricación del alimento como el almacenaje del mismo. Debido a esto, los resultados obtenidos con ellos son muy heterogéneos. Así, aunque actualmente se siguen investigando y obteniéndose excelentes resultados como se observa en la tabla, aún es necesario profundizar más en la investigación de estos aditivos para tratar de evitar los problemas que presentan cada uno de ellos, y así obtener productos realmente útiles para los productores.

Fuente: Albeitar & Razas Porcinas.


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