¿Cómo alimentar a cada cerda para que alcance su máximo rendimiento reproductivo?
¿Cómo afecta al diseño de las dietas la rápida evolución genética que ha tenido la especie porcina en las últimas décadas y cómo una alimentación mal adaptada a las necesidades tendrá una influencia negativa directa en los índices reproductivos?
Durante los últimos 30 años las cerdas reproductoras han sido objeto de una importante mejora genética enfocada a la productividad, lo que no siempre tiene una correlación positiva con la fertilidad y longevidad de las mismas. Como principales puntos de mejora genética de las cerdas en estos años quiero destacar:
Aumento considerable de la prolificidad (un lechón cada 3-4 años – 10,8 en 1992 a 14,8 en 2011, según DanAvl): hay tamaños de camada más elevados con un peso al nacimiento más limitado y una dispersión en el peso de los mismos más elevada, lo que condiciona tanto su vitalidad como viabilidad. Esto determina sin duda una reflexión importante sobre los niveles de aminoácidos en la última fase de gestación de las cerdas con camadas que llegan a pesar 20 kilogramos, de los cuales la mitad la reponen en el último tercio de la preñez. Así, la revisión de los niveles de consumo de alimento y de los nutrientes en la dieta deben ser bien definidos y perfilados en cada momento de la gestación.
Cerdas más magras: disponen de mayor porcentaje de músculo y menor de grasa (se han perdido aproximadamente 10 mm. de grasa en 20 años – 0,5 mm. por año). Ello condiciona que la primera inseminación se haya retrasado hasta los ocho meses de vida. Además, el riesgo asociado a la pérdida de peso en lactación parcialmente de músculo nos determina mayor riesgo de alteraciones hormonales y, por lo tanto, de salida a celo, fertilidad y prolificidad al siguiente parto. Recordemos que, desde el punto de vista nutricional, una cerda reproductora después del destete necesita cuatro veces más de alimento para recuperar un kilogramo de músculo que uno de grasa (catabolismo proteico).
Por lo tanto, estaremos en un déficit económico doble por aumento en el consumo de alimento y pérdida de productividad. Vale recordar aquí la interacción entre el metabolismo proteico y lipídico con el balance hormonal (las hormonas son proteínas), necesarias para una ciclicidad reproductiva adecuada.
Crecimiento entre ciclos productivos (partos) superior, de tal forma que antes las cerdas dejaban de crecer sobre el tercer parto y hoy continúan creciendo hasta prácticamente el momento de ir al matadero (6-7º parto). Ello conlleva conocer y adaptar adecuadamente los niveles de alimento y nutrientes no solo en cada fase de producción, sino también en cada ciclo reproductivo. De todos son conocidas las diferencias en las necesidades nutricionales entre cerdas primerizas y multíparas.
De esta forma tendremos en cuenta las necesidades de mantenimiento y producción (que incluyen las de crecimiento, unos 40-45 kilogramos en la primera y segunda gestación) para ajustar nuestros programas de alimentación.
Variaciones en las necesidades reales entre diferentes líneas genéticas. Entre cerdas Large White, Landrace, Duroc o Ibérica, sabemos que tanto su capacidad de consumo como sus necesidades son entre ligera y totalmente diferentes, tanto en cantidad de alimento (20-30%) como en cantidad de nutrientes (hasta el 50%), por lo que es esencial adaptar nuestros programas de alimentación a las necesidades reales de cada genética.
No existe una curva de alimentación ideal, y sí la curva ideal para cada granja basada en la condición corporal de nuestro efectivo reproductor.
Fuente: Albéitar & Razas Porcinas.



